Thursday, December 01, 2016

No soy mi trabajo, ni mi relación, ni lo que hago





No eres tu trabajo, no eres tu relación, no eres lo que comes, lo que ves, lo que haces, lo que posteas en redes sociales.
Hace días y por todos los lados el universo me esta hablando de expansión y yo, demasiado lógica y racional, lo he visto todo el tiempo como una expansión física, corporal, espacial. He sentido que necesito viajar mas, ver mas cosas, conocer mas culturas, ser mas libre y he sentido que no soy capaz de lograrlo porque estoy atada a otra persona, que necesito que mi pareja camine conmigo, apruebe mis decisiones, diga que si a todo lo que quiero hacer. No he querido ver que no estamos atados. Que una pareja no es para decirte que hacer, o aprobar lo que decida, una pareja es un amigo al que le comentas lo que vas a hacer pero no esperas que te de el “go” para hacerlo, una pareja es libertad, una pareja es verte volar y sujetar la cuerda para que no te pierdas pero no para atarte. La cuerda que nos ata el día que decimos “acepto” no tiene fin, no es limitada, no tiene una cantidad de yardas especificas, si las tiene, no es pareja, no es amor, no es un amigo. Si las tiene es un jefe, un ancla, un limite.

Hoy me doy cuenta que he querido justificar en todo y en todos mi carencia de libertad. Nadie me ha pedido que lo haga, yo lo he hecho de manera voluntaria y he querido culpar a otros; a la circunstancia, al destino, al país, al trabajo, al idioma, a la casa, al barrio!!! A todos, menos a la raíz del problema: yo. Todo empieza y termina en mi, en mis limites y en mis circunstancias, en mi falta de visión, en mi falta de fe, en mi pobreza de pensamiento.


Hoy tengo una increíble sensación en el pecho de libertad, y no del tipo de libertad que me hace querer salir corriendo y moverme, el tipo de libertad de mente, la que tiene el verdadero poder de cambio, de movimiento, de ser ilimitados no importa donde este, ni con quien este. No soy mi trabajo, ni mi relación, ni lo que como, ni lo que hago.  

Friday, December 11, 2015

Mi primer día del pavo con la familia gringa

Si, ya había celebrado el día de acción de gracias un par de años atrás, pero esa vez fue con la visita de mi amiga Rocío y su familia, como los dominicanos éramos mayoría pues mas bien fue como un día de navidad fuera de fecha.

Mientras la casa se inundaba con el olor a pavo horneado y demás exquisiteces, los dominicanos bailábamos merengues y hablábamos en el tono mas alto que nuestra caja torácica podía emitir, o sea, que de sentimiento de acción de gracia, tuvo poco. Ahora todo fue muy distinto, yo era la única latina…o la única dominicana por los alrededores.

Dominicana al fin, haciendo payasadas.
La festividad empezó con ir al aeropuerto. Por una cuestión de distancias en este país para estar en familia, por lo regular, hay que montarse en un avión, y si se viaja a un lugar remoto, como fue mi caso, pues ese viaje incluye una escala y una hora de manejo para llegar a la casa de los suegros, mi destino final. Después de varios cabeceos en el avión y de coleccionar todos los paqueticos de pretzel que pasaba la azafata, llegamos a Jackson, MS. Primera parada y encuentro con Mississippi.

Tal como promete la leyenda, aquí los latinos son escasos y la población está bien dividida entre blanquitos-blanquitos/morenos-morenos, en casi 50/50.  Aunque la división racial fue algo que solo percibí en mi llegada porque ya que al amanecer y luego de un descanso reparador mis ojos se abrían a una parte del mundo digna de un rompecabezas y rincones listos para ser publicados en revistas tipo Southern living.
Conozcan a Ilsa, la rotweiler mas ready pa la foto que he visto.



Esos de los porches con columnas altas, mecedoras rústicas, sonajeros que hacen música con el viento, pajaritos que revolotean con su dulce canto, el perro amaestrado, la taza de café caliente y la vista al lago, no es una leyenda urbana y el lugar de mi estancia en Vicksburg Mississippi, es un aval de ello. Nada de oír la música del vecino, los fuegos artificiales, el olor a puerco en puya y las mujeres en tubi desde que Dios manda el día.

Con el escenario perfecto para mi primer Thanks giving gringo, llegó la parte de la celebración. El desfile de Macy’s en la televisión fueron los primeros sonidos que llegaban a mi al bajar la escalera, mientras que llegando a la cocina veía ese pavo entero volviendo al horno para mas cocción, dos clases de pastel o mejor dicho, pie; el famoso y todopoderoso gravy, y todo tipo de cacerolas: maíz, vainitas, batata, entre otras; Mientras yo buscaba con la vista una bandeja escondida con algunos pastelitos y quipes para ir picando, pero eso no formaba parte de la festividad.
 
Mi modesto platico, con "de tó!"
Aunque la música no sonaba de fondo, como yo estoy acostumbrada, como dominicana al fin en cualquier tipo de celebración, debo darle el crédito a que es una fiesta muy emotiva, eso de sentarnos a la mesa y dar gracia por lo que tenemos y compartir ese momento con familiares y amigos es algo que me pareció muy lindo. O a lo mejor lo sentí mas especial porque no había que bajar la música para hablar o porque simplemente no todos hablaban al mismo tiempo.

En esta parte del mundo es muy común los juegos de mesa, no es por casualidad que la tienda de juegos Hasbro se haya hecho de la paca de dinero con todas sus versiones de scrabble, monopolio y demás hierbas aromáticas. Así que luego de la cena pasamos al patio a compartir una cosa de esas. Todo iba bien hasta que me enteré que parte del juego consiste en leer delante de todos en inglés. Todas mis clases de inglés en Apec, ESL, Rosetta Stone y Doulinguo fueron sacadas a flote sin mucho resultado ya que el vino pudo mas, terminando Wes por leer todas mis cartas y ganarme la partida por mi falta de conocimiento del idioma.

Me encantaría contarles que parte de mi experiencia con todas las de la ley de mi primer día de acción de gracias en la familia gringa contó con las famosas compras en el viernes negro, y que saqué a flote mi diccionario de insultos en español al momento de fajarme en el punto de venta por un televisor plasma, pero no fue así, mi viernes negro se tornó verde cuando llegamos al campo de golf de Vicksburg, el cual mostraba hermosas vistas de lagos entre colinas adornadas con verde follaje que me hacía sentir como los muñequitos de Heidi con el abuelo en las colinas suizas, pero sin vacas. 


Uno de los momentos en los que mi suegro pensaba que le ponía atención y yo ni cerca, tomando fotos.
Mi Swing en golf apesta y mi suegro no se cansaba de darme tips durante todo el juego procurando mejorar mi técnica, pero tiró la toalla cuando se dio cuenta que le ponía la mitad del caso a lo que decía y que la otra mitad de mi atención estaba en el paisaje, lo que nos hizo perder con una diferencia de algunos cinco puntos con relación al equipo contrario, conformado por mi esposo y mi suegra.

Mas de una vez durante toda mi estancia allí para celebrar Thanks giving, hacía un esfuerzo para que mi cabeza volviera a la tierra dentro de tanto paisaje y bendiciones elaboradas cuidadosamente por Dios, era inevitable por momentos no sentirme tan pequeñita como el pin del GPS cuando apunta una dirección, y decir para mis adentros: quién te diría a ti, esta dominicanita embullá, dizque celebrando acción de gracias, hablando inglés todo el día cual guía turístico, jugando golf en pleno noviembre y dando gracias fuera de fecha por todo lo que sin pedirlo se te ha dado?

La dominicanita y el gringuito de Mississipi
La dominicanita con su gringuito hermoso.
No voy a negar que ver un tubi y el meneo en la cocina, pastelitos y uno que otro merenguito me hizo un poco de falta, pero se trataba de una celebración nueva para mi, en una cultura muy distinta a la mía, así que solté, respiré y di gracias una y otra vez volviendo a la tierra y haciendo caso esta vez a mi suegro, logrando con sus tips mejorar mi swing y escuchando de su parte un great job! porque esta vez la victoria, y la ventaja de los cinco puntos estaba de nuestro lado.


No se si fue el mejorar mi swing, mis dotes de dominicana “agentá” con actitud de “vamos al mambo” o qué lo que nos aseguró el puesto, el año que viene, para compartir con mis suegros otro día de acción de gracias; para mi, de la forma en que lo veo es como otra oportunidad para conocer mas la cultura, expandir mis horizontes y dar gracias por todo siempre, real e infinitamente.

Wednesday, November 11, 2015

Cabo San Lucas, México. Capaz de superar cualquier expectativa.

Nacida y criada en la Rep. Dom. La idea de playas y hoteles todo incluido no es mi primera opción de vacaciones si estoy fuera de mi país, es por eso que cuando supe que visitaría Cabo San Lucas no era que brincaba de alegría exactamente. Pero, mi percepción estaba a punto de cambiar.

Luego de 4 horas y media de vuelo, el piloto por fin anuncia que nos estamos preparando para aterrizar, miro por la ventana y ahí está, la baja California Sur, pedazo del mundo donde se alberga San José del Cabo y su hermano turístico, Cabo San Lucas.


En un paisaje desértico, de esos en lo que te preguntas cómo rayos encontró alguien este lugar, se encuentra uno de los destinos turístico mas famosos para los habitantes de la costa oeste de los Estados Unidos, no solo por sus playas o sus todo incluido, si no también por su inagotable actividad.

Cabo San Lucas o Cabo por su nombre de pila, es de esos lugares paradisíacos en los que sueño vivir algún día, alejado de la ciudad, con brisa que huele a mar, gente amable y alegre, y muchas, muchas cosas que hacer.

Mi primera aventura empezó con un día de pesca. Catalogado como unos de los “cinco mejores destinos de pesca en el mundo”, esto era algo que no podía dejar de intentar.


El día empieza como cualquier actividad que requiera disciplina, levantarse temprano para aprovechar la especie de letargo que sufren los peces cuando aun el sol no hecho su preciada aparición. Ese mismo letargo que recién despierta se siente en el muelle de Cabo. Pescadores que reciben a sus clientes, que al igual que mis compañeros de viaje y yo, esperan tener la promesa que cabo ofrece como capital mundial del Marlin, regresar con uno a puerto al final del día.

Yo, mas dormida que despierta, decido prepararme para el día que me espera, buscando que comer; encontrando en mi camino un puesto medio improvisado de tacos que en su menú ofrecía: taquito de res, de tripa, de cabeza, al pastor y de huevos al estilo mexicano. Me fui por lo seguro y probé los de huevo, y como conejito de Energizer con baterías nuevas mi día empezó con buen pié.



Salimos de muelle listos para emprender la aventura hacia altamar y a la par de la salida del sol, se fue presentando de forma majestuosa el famoso arco de Cabo San Lucas. Una estructura rocosa formada en la punta de la península, llamada también “lands end” o el fin de la tierra. Alrededor de ella se mueve Cabo, y me hace pensar que es la responsable del nacimiento de esa ciudad que crece con forma de hoteles y ofertas de lujosa vida que viene en un paquete de time share.

Aunque la promesa de las playas tipo balneario no es lo que encuentras aquí, Cabo ofrece muchas actividades en torno al mar. Una visita obligada es lovers beach y divorce beach a las cuales solo puedes llegar en un taxi bote. Dos playas que se encuentran a ambos lados del arco con extensiones de terreno diferentes. Aunque las versiones de porque el nombre son variadas, yo, preferí creerme que la playa de los enamorados se llama así por ser tan pequeñita que te obliga a permanecer pegadito de tu pareja o acompañante.  


Al ser un lugar casi en medio de la nada, sus habitantes procuran que encuentres formas de divertirte y la verdad es que lo logran. Con una oferta vasta de cosas para hacer durante el día, desde pesca hasta skydiving, no hay manera de encontrar el aburrimiento en Cabo. Pero la cosa no para ahí, la vida nocturna de Cabo tiene la misma intensidad que sus actividades diurnas.

Las calles del pueblo, que durante el día bostezan ya que casi todo el mundo está en el agua, de noche prende sus luces e invita a los visitantes a no dormir, no mientras estés ahí. Bares, restaurantes, cantinas, mezcalerías, conciertos, hay de todo y para todos los gustos. El caso es que no puedo decir que de noche no hay actividad en Cabo San Lucas, porque la hay, y mucha! Cabo Wabo, Mandala, Giggling Marlin, eran algunas de las opciones que se repetían cuando preguntaba qué lugares están “in” en Cabo.

Con el fin de las vacaciones a la vuelta de la esquina, me atreví a explorar este lugar como local; la recomendación me llevó a San José del Cabo. Una delicada ciudad colonial con estrechas calles empedradas, y un encanto tan particular que me hizo llenar la memoria de la cámara tomándole fotos.


El centro de San José del Cabo tiene como figura principal la iglesia, fundada por padres Franciscanos por ahí por el 1734. Un punto de partida para empezar a caminar y perderse en la historia que este mágico y tranquilo lugar puede ofrecer.

Galerías de arte, artesanías locales con sus creadores trabajando dentro de las mismas, gift shops, hoteles con hermosos patios interiores y claro, restaurantes.

La oferta es tan variada que nos tomó un rato ponernos de acuerdo donde comer. La decisión fue acertada, probando en el lugar escogido autentica comida mexicana, donde no podían faltar unos chapulines acompañados de las salsas mas picantes que mi paladar podía imaginar.


No podía irme sin probar a México desde su producto mas famoso, el tequila. Así que antes de empacar salí a buscar una de las innumerables tiendas que ofrecen degustación gratuita y toda las respuestas a las preguntas que puedas tener sobre este elixir de dioses.


Dije adiós a Los Cabos con un suvenir en mano de la mejor tequila que haya probado, la experiencia de una semana inolvidable y una nota a mi misma: tener siempre alerta los sentidos para lograr que cada experiencia se convierta en algo digno de contar y no juzgar ningún lugar sin antes visitar.

*Este artículo lo escribí para ser publicado originalmente en el blog de viajes: recorriendoconsalvador.com